domingo, 27 de febrero de 2011

Princesa rebelde.-


Una brocha para dibujar esos momentos especiales sirvieron para comenzar una historia sin final. Todo comenzó una noche, andaba por el camino que llevaba al interior de una cueva, la cual se encontraba silenciosa y ausente de luminosidad, al entrar mire hacia la entrada de ella y empezó a caer pequeñas gotas de lluvia. Temblando del frío, intente que ardieran los restos de ramas secas que quedaban en el siniestro lugar. Al coger algo de calor, mis ojos se rindieron hacia el sueño y ante las nanas de la naturaleza. Al despertarme, me vi rodeada de unos brazos de un joven chaval sonríendome, ruborizada le pregunté quien era pero me desmayé y no obtuve la respuesta. Cuando me volví a despertar, estaba estirada en una cama con sabanas de seda, estaba en el interior de un cuarto de un príncipe de las tierras francesas, pensó que sería una pobre sin hogar, pero lo que él no sabía es que era una princesa que estaba huyendo por el miedo a ser reina, el miedo de encontrarse en una cárcel sin amor y sin la sabiduría adecuada. Mi interés por conocer otros mundos era mayor, pero el conocer a aquel príncipe me cambio la vida, mis suspiros eran música fruto de un amor raro, ya que no sabía como era en su interior.
Continuará...

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