Dicha belleza
semejante a la de una diosa gentil,
rasgos de los labios de color
carmesí,
uñas en forma de garra para clavarlas en una escultura de odio,
ojos desesperados por encontrar la mirada de los ojos cautivadores.
Pequeña marioneta francesa, Acercate un poco más.
Nunca te pares. Da
otro paso y ahora...¡Gírate!
¿Me ves? Ojos cautivadores.
¿Labios rozados
por terremotos y abismo? Besos de sonrisas,
calor elegido por la dama.
¿Cerrojos del presente? Toma, la llave.
Ahora pasa y enloqueceme, porque
nada cambiará a esta marioneta
francesa de las montañas del norte, ni
siquiera una tormenta.
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