lunes, 13 de junio de 2011

Momentos impregnados de diamantes.



Iba caminando cerca de un arroyo de agua
compuesta de oro y plata,
la cola de mi vestido se arrastraba
por todo el paisaje verde mientras descalza,
rozé el agua y noté que la temperatura de está,
era igual que el notar el masaje hecho por las manos
de mi ser amado.
Empezé a escuchar notas musicales en el aire,
pero no era música, eran las palabras románticas
y bellas que salía lentamente de la boca de la persona
que amaba. Pero, no iban para mí, se lo confesaba a una
pobre prisionera del tiempo, para que está le concediese la
eterna juventud, para poder vivir eternamente en una felicidad
errónea, pero para él, suficiente.
Ella cautivada por aquellas palabras, se lo concedío, le dio la vida eterna,
pero esta misma tendría la consecuencia de que al fin y al cabo sería infeliz.
El ser amado se enamoró de una bella doncella, pero está fue envejeciendo
y él tuvo que contemplar aquella muerte.
Volvió hacia aquella dama prisionera, para suplicarle que le quitase la juventud,
pero ella no le hizo caso. Y le dijo que no se la daba por el acto de egoísmo que
tuvo hacia los demás pensando solo en aprovechar su juventud siendo
arrogante.
Él se dió cuenta, que una simple decisión, se jugó su felicidad,
viendo morir a su primer amor y que tendría que vivir una eterna infelicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario